jueves, 3 de mayo de 2012
Con harina de algarroba
La harina de algarroba procede de las nutritivas vainas del algarrobo (Ceratonia siliqua), árbol del Mediterráneo de larga vida y de espectacular aspecto, ya que puede llegar a medir 15 m. de altura. Crece bien en climas templados, pero a condición de que sea en ambiente seco. Es una leguminosa, de ahí sus vainas, pero a diferencia del resto de leguminosas, no es fijadora de nitrógeno. Resistente a heladas, sus frutos pueden ser dañados por éstas.
Hablando de los frutos, dulces y de color marrón oscuro, han sido utilizados para la alimentación de animales y humanos desde tiempos inmemoriales. Actualmente, son dos sus principales usos: para elaborar un aditivo espesante, la goma de garrofín (E-410) y para, una vez secas las vainas, ser molidas para obtener una excelente harina alimentaria. Con ella se puede sustituir al cacao, teniendo la ventaja sobre éste de carecer de estimulantes y menos grasas. No contiene cafeína, teobromina, toramina, ácido oxálico, exceso de grasas ni necesita de aditivos para su consumo. Es rica en fibras como la pectina y la lignina, en calcio, azúcares naturales (al chocolate se le ha de añadir), hierro, magnesio, fósforo y un reseñable aporte de potasio. Es una fuente estimable de vitaminas A, B1 y D.
Otra ventaja importante es su facilidad de mezclado con un líquido, que favorece su uso como alternativa al cacao.
Es, por lo tanto, un alimento de interés y beneficioso para nuestro aparato digestivo, especialmente para personas con gastritis, digestiones pesadas o diarreas. Por su contenido en fibra es laxante, coagulante, reductora de colesterol y neutralizante de metales pesados.
Nuestros bizcochos veganos (de trigo o escanda), así como nuestros panes de Primovel, son portadores de la estimada harina de algarroba.
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