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miércoles, 29 de agosto de 2012

Helado de moras con bizcocho de algarroba


      ¡¡¡Qué inventooooo...!!!
   Este año la huerta ha sido generosa en bayas, concretamente en miérganos (grosellas) rojos y negros, y en moras. Hemos decidido que la mejor forma de aprovechar estos frutos, más que en mermelada (que luego no acabamos), es en helado. Hemos conseguido practicamente acabar con la producción entera, que era mucha. Y el no va más, ya ha sido acompañarlo con el bizcocho vegano de algarroba. Vamos, postre de alta cocina...
   Ya sabéis, el bizcocho vegano no lleva productos de origen animal: ni huevos, ni mantequilla, ni nata, ni yogur, etc. etc. y como la algarroba es un poco dulce, no hace falta ponerle tanta azúcar al bizcocho.
   Al helado sí le hemos puesto algo de nata para darle más consistencia cremosa que de sorbete, pero no mucha, al igual que azúcar, no como en los helados industriales, que estarán muy ricos pero son una bomba. Y por supuesto, nada de aditivos: espesantes, conservantes y demás. Donde esté un helado casero... Su composición: fruta triturada, un poco de leche de arroz, azúcar de caña y un poco de nata. Batir y a la heladera durante 30 minutos.
   Por cierto, a l*s invitad*s les hemos dejado impresionad*s.

lunes, 20 de agosto de 2012

Casamiento de yeldas

Aprovechando el hilo que sigue el blog, vamos a recordar un par de tradiciones relacionadas con la unión de las parejas, la primera, y con los nacimientos surgidos de esas uniones, la segunda. Todo ello en su relación con el pan.

Casamiento.
Era tradición en Cantabria que cuando una pareja tomaba la decisión de casarse preparara un ajuar, en el caso de la mujer, y que el hombre se encargara de realizar una masera, denominación cántabra de la artesa, para amasar el pan. El hombre buscaba un árbol y serraba la madera que estimaba precisa, con tiempo para su secado. Esta labor se hacía en invierno, en luna menguante, para evitar exceso de savia que pudiera abrir la madera. El secado es lento, por lo que se solía preparar con mucha antelación. Posteriormente, con una zuela (azuela) y buena mano, tallaba la masera que en ocasiones se hacía de una sóla pieza. La masera resultante iría a formar parte del conjunto de muebles de la nueva pareja, tras el casamiento.

Nacimiento.
Una tradición con origen desconocido por nosotr*s, es aquella que viene relacionada con la frase "Nacer con un pan bajo el brazo". Cuando una pareja se casaba, unía las yeldas (levadura madre) de ambas familias, dando como resultado una yelda diferente y única. Parece ser que esa es la explicación de esa frase, ya que los hijos de esa pareja nacerán con un pan nuevo, con la nueva yelda.


jueves, 16 de agosto de 2012

Preñaos de casadielles para endulzar el embarazo


   Hemos querido preparar algo especial para nuestra amiga Silviuca, que está próxima a dar a luz, y nos ha parecido muy oportuno hacer unos preñaos. Pero no queríamos un sabor fuerte a chorizo, sino algo más delicado, y se nos ha ocurrido ponerles el dulce relleno de las casadielles: nuez molida y azúcar. El resultado ha sido muy satisfactorio, así que repetiremos, aunque intentaremos hojaldrar un poco la masa, a ver si lo mejoramos más aún.

   PREPARACIÓN:
   A nuestra masa cruda le hemos añadido azúcar (para otra vez pondremos también un chorrito de anís) y la hemos extendido cortándola en cuadraditos. En cada uno, hemos puesto un poco de relleno, machacando nueces y mezclándolas con azúcar y licor.


      Luego solo queda cerrar cada paquetito  e introducirlo en el horno caliente unos 30 minutos.


   La verdad es que la masa cruda se presta a un sinfín de preparaciones, solo hay que dejar volar la imaginación.

   Los preñaos-casadielles tuvieron un gran éxito en la celebración pre-parto.

   "La mujer encinta, y luego en el trabajo de parto, se vuelve como la pasta que, trabajada por el panadero y la levadura, se transformará en pan, como el mosto que cuando empieza a fermentar, se calienta, trabaja ¡y se convierte en vino!"

"El parto: crónica de un viaje"
Frédérick Leboyer

miércoles, 8 de agosto de 2012

Otras migas


   El pan es inspiración también para la música. Aquí presentamos el ejemplo del grupo musical "LAS MIGAS", una interesante formación de cuatro mujeres con tintes flamencos.

   Su segundo disco  se titula "NOSOTRAS SOMOS LAS MIGAS", del que dejamos una muestra:



lunes, 6 de agosto de 2012

Migas

   Esta receta la heredamos de una de nuestras abuelas, la "Apita". Tiene regusto a tiempos pretéritos, a otra forma de cocinar, de entender la economía, a otro ritmo, en definitiva a una vida más calmada y sencilla.
   Es un plato que se puede preparar en cualquier época del año pero ahora en verano el pan se nos queda seco antes de lo habitual por el calor y también por aquello de que hacemos más vida fuera de casa y con comidas improvisadas, y es una de las muchas formas estupendas de aprovecharlo.
   Hay una enorme cantidad de versiones, muchas de ellas con carne y matanza. La de la Apita era solamente de pan y, aunque a veces las comíamos acompañando a los huevos (fritos, revueltos o con pisto, etc.) o también con uvas, para lo que de verdad las preparaba era para tomar con chocolate caliente. Para algunos familiares, esto era un auténtico lujo.
INGREDIENTES
  • Pan blanco duro
  • Agua
  • Sal
  • Pimentón de La Vera
  • 1 ó 2 dientes de ajo
  • Aceite virgen
   PREPARACIÓN
1. Lo primero es poner el pan a remojo. La Apita ponía el pan blanco cortado en dados o cachitos sobre un paño, y lo remojaba con agua de vez en cuando, y lo espolvoreaba con sal y pimentón. Nuestro pan blanco, al estar hecho con levadura natural (yelda) y harina completa sin salvado, es mucho más denso y se endurece mucho más, por lo que, dependiendo del tamaño de los trozos que hayamos podido cortar, lo sumergimos en agua caliente y dejamos que se empape. En ambos casos se deja reposar bastante tiempo, por lo menos una hora, pero también puede ser todo un día.
   Una vez remojado, se escurre bien y se amasa con las manos haciendo "migas". Se sala y añade el pimentón mientras seguimos amasando. Se deja reposar de nuevo.


   2. Es el momento de poner un buen aceite en la sartén, no demasiado, y freir unos ajos. Después se echarán las migas y se removerá con mimo hasta que estén bien hechas. Se prueba el punto de sazón y se corrige. Nosotr*s no hemos podido evitar usar un pimentón picante, ya que nos rechifla. El aroma de las migas friéndose ya despierta el paladar e impregna toda la casa de olor hogareño y acogedor.
   Bueno, sencillo y barato.