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jueves, 28 de marzo de 2013

Sopa de sobras... que no de sobres

La otra noche echamos un rápido vistazo a la cocina y despensa, llegando a la conclusión de que era hora de dar salida a unas lentejas naranjas (esas que se presentan en mitades y que cuecen en unos 10 minutos). Se nos ocurrió que una sopa de lentejas improvisada podía resultar una cena más que aceptable.

Ingredientes para 5 personas:
Aproximadamente 1`7 lts de agua.
Un puñado de lentejas naranjas
4 champiñones grandes
Tres trozos de pan duro de escanda
Aceite de oliva virgen extra
Una cucharada pequeña de cúrcuma
1/2 cucharada pequeña de coriandro
Una pizca de romero
Sal de Guèrande

Elaboración
Poner el agua a hervir y añadir el pan duro y los champiñones cortados. Una vez hervidos, retiramos y pasamos por la trituradora. Volvemos al fuego, añadiendo las lentejas, las especias y la sal. Unos diez minutos después estarán cocidas las lentejas, dejamos reposar y añadimos un poco de aceite de oliva.

El color no es muy agradable, pero su sabor, potenciado por el coriandro, es delicioso. Nos ha parecido interesante compartir con vosotr*s esta sopa de sobras... que no de sobres (éstos, muy del gusto de algún senador por Cantabria... qué cara!!! qué cruz!!!).

miércoles, 20 de marzo de 2013

Equinoccio primaveral


Cada mañana
¿Dónde va pensativa
la primavera?

Yosa Buson

Que disfrutéis de esta nueva primavera que comienza.
LA YELDA 




viernes, 15 de marzo de 2013

Visita al Mulinu de Roiz

Es difícil expresar con palabras las sensaciones y recuerdos que nos provocan y evocan los molinos. En La Yelda somos gente que "desciende" de familias molineras. Por un lado, del Molino o Fábrica de Cabornera (Cabornera, León), y por otro, del Mulinu de Lastra (Hinojéu, Cantabria). El primero estuvo dedicado a la molienda de barita mineral y a la producción de electricidad, suministrando esta energía al valle de Pola de Gordón. El segundo fue un molino dedicado a la producción de harinas para abastecer a los pueblos colindantes, era un mulinu maquileru (molino que cobra una maquila, es decir, una parte de la harina que muele). La maquila es una medida de volumen. Ambos molinos, actualmente son viviendas. La tecnología sencilla, cercana y totalmente renovable de los molinos está en estos tiempos abandonada. Afortunadamente hay alguna excepción y podemos encontrar unos escasos ejemplos de molinos que se resisten a morir.

El pasado sábado, el 9 de marzo, nos dirigimos a el barrio de La Vega, en Roiz (Valdáliga, Cantabria), para visitar a su propietario, Kiko, que junto a su hermano, han restaurado el molino heredado de sus abuelos y le han vuelto a dar vida. Actualmente funciona durante los meses de invierno, y si la primavera aporta suficiente agua al arroyo Bustriguau, alarga la temporada hasta casi mayo. La gente que se acerca a dejar la máiz o el trigo para ser molido, recuperan en sus casas las recetas cántabras que requieren de este preciado y dorado bien: la borona (pan de maíz), los tortos (dulce elaborado con harina de maiz), frisuelos o guisuelos (versión cántabra de las filloas gallegas) o los boronos (consistente plato elaborado con harina de trigo o maíz, sangre de cerdo y con un corazón dulce o salado).

Para llegar al Molino de Roiz, debemos dirigirnos al barrio de La Vega, en Valdáliga. Siguiendo el cauce del arroyo Bustriguau (afluente del Escudu), llegaremos a un vado que nos permite acceder al molino. Como guardianes de la finca, nos recibe una curiosa pareja: un noble mastín y una burra indiscreta. En un segundo plano, pero igualmente inquisitivos, más de una docena de gatos. La imagen es extraordinaria.

Kiko nos invita a entrar en la edificación. Entramos en una estancia que nos recuerda, entrañablemente, a los molinos familiares ya desaparecidos. Las tolvas, las cajas, la salida o vertedera de la harina, las medidas, la cabria para levantar las piedras y, en el centro, como si de un corazón se tratara, el latir de las piedras girando una sobre otra, moliendo el grano. Hay un olor, hay un sonido, hay un sabor del aire que nos transporta a un tiempo pasado como le sucedió a Marcel Proust con aquella magdalena mojada en té en su universal En busca del tiempo perdido.


 Salimos a la parte trasera del molino, vemos la cisterna de almacenamiento de agua, excavada en la roca y rematada con piedra de sillería; y también, el canal y la exclusa que la alimenta. Kiko nos muestra la pequeña presa que facilita la entrada de agua al molino y la zona destinada a servir de paso de la fauna piscícola. Al fondo, majestuoso, l`Escudu, la sierra que de este a oeste separa la costa del interior occidental de Cantabria. Las laderas del otro lado del arroyo, en terrazas, nos desvelan que en el pasado allí se cultivaron vides y árboles frutales. De esa abundancia, actualmente solo quedan manzanos que atestigüen tal biodiversidad. El molino, mientras, está moliendo la máiz que hemos traido.

viernes, 1 de marzo de 2013

Marzu rosau

Ayer cantamos la MARZAS, los antiquísimos cantos de bienvenida a la primavera, hacía frío y era una tarde invernal, pero nuestras voces celebraban la inminente llegada del calor solar, del nuevo ciclo agrícola, de las cosechas deseadas. Toda Cantabria se llenó de marceros y marceras de todas las edades, cantando como es tradición desde hace cientos de años.

Ni es descortesía ni desobediencia
en casa de nobles cantar sin licencia.
Marzu floríu, seas bienveníu.
Marzu rosau, sean bienhallau.