Al salir de casa es un regalo sentir el aire fresco en la cara, ver el cielo estrellado o nuboso, la luna en sus distintas fases, el temporal o el buen tiempo. Cuando empezamos este proyecto creí que el disfrute de saborear esas horas tan tempranas se debía a la novedad y al verano, pero año y medio después me alegra ver que el disfrute continúa. Hacer pan de esta manera es terapéutico.
De camino a la panera nos encontramos en la carretera la minoría que entramos o salimos de trabajar a esas horas, envueltos en silencio y oscuridad, camiones con sus pesadas cargas, y un estoico ciclista que día tras día persiste en dejar el coche en casa y moverse en bicicleta aunque llueva o haga frío.
Entramos en la tahona en silencio -el mundo duerme-, nos quitamos la ropa de calle y nos colocamos mandiles, gorros y calzado. Saludos somnolientos y risas. La estancia ya está caldeada. La música empieza a sonar...
2 comentarios:
Miguel...ke envidia me das! no sabes como me gustan los amaneceres! Fíjate, ya estoy empezando a disfrutar los primeros cantos de los pájaros, cerca de las 6 de la mañana..hartos los pobres de tanto invierno (yo también). Y los arboles? ellos también están despidiendo el invierno..Ahora es cuando empiezo a disfrutar de verdad el año..oliendo la tierra...viendo el precioso cambio..el comienzo una vez mas...(haría una fiesta para celebrar esto..).
Me paso para saludaros y para dar una vuelta por el blog...que estoy aletargada y no puede ser.
(Hay fotos del taller de Almut?)
Besos a todos!!
María.
Pd.: me emociona Sabina..
Jo, perdona María por no haberte contestado antes, no ví tu comentario hasta ahora.
Yo, disfruto de todas las estaciones. Cada momento viene a mano, a cada día su pan.
Mis gallos son más madrugadores que los pájaros, a las 5 de la mañana empiezan a cantar a porfía... los cinco
Saludos
Publicar un comentario