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lunes, 2 de noviembre de 2015

Poderosa avellana

Incluidas en nuestro pan de Tardíu, encontramos un fruto otoñal nutritivo y remineralizante. Nos referimos a las avellanas. Su nombre científico es Corylus avellana L. y un exquisito regalo de un hermoso árbol que gusta del frío y la altitud media para florecer. De su madera se obtenían los bolos más apreciados para las boleras cántabras. Es una madera cantarina, sonora. Pero su tesoro más preciado es el fruto, envuelto en un cofre vegetal duro. Con él se pueden elaborar aceites, bebidas, cremas, galletas, helados, turrones y otros dulces estacionales. 

Nos aporta un elevado porcentaje de fibra, entre el 8 y el 12%. También minerales y antioxidantes (vitamina C y E, selenio, carotenoides, polifenoles, folatos o vitamina B9). Tanto es así, que la avellana tiene un valor antioxidante de 9.645, mientras que la almendra tiene 4.454. La vitamina C y la E (solo soluble en grasas como el huevo o la avellana) actúan en sinergia con los carotenoides para neutralizar los radicales libres (residuos de la actividad celular). Esta acción es reforzada por el zinc y el selenio presente en este fruto seco.

Es un alimento que aporta muchas calorías, pero es un gran saciante. Su grasa es muy digestiva y posee una buena proteína vegetal. Así mismo, posee potasio, hierro, fósforo y calcio. Es por tanto, un alimento poderoso que debemos masticar y ensalivar bien para su correcta asimilación.

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