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martes, 1 de octubre de 2013

Cada otoño tiene su pan

No es ningún secreto que nos gusta celebrar los cambios estacionales, no solo por la celebración en sí, sino porque nos resulta agradabe y estimulante el cambio. La observación de los cambios sutiles de la naturaleza nos permite adaptarnos mejor a nuestro medio, sobretodo si tenemos referencias anteriores. Así, por ejemplo, ahora que ha entrado el tardíu, toñáa o siruendu (tres términos cántabros para nombrar al otoño), sabemos que éste se divide en dos partes, más o menos. Por un lado, tenemos unas temperaturas más suaves que permiten a los árboles tener una segunda fase de crecimiento, después del parón del verano. Esta fase no es tan fuerte como en primavera, pero sí lo suficiente como para permitir un desarrollo que puede llevar a éxito a injertos o podas, que cicatrizarán mejor. En la segunda parte del otoño, llegará más frío y agua, menos luz y la reducción de la actividad del árbol. Con el invierno, llegará su descanso y la actividad se centrará en el suelo y las raíces. La naturaleza nos enseña, solo tenemos que observar y querer aprender de ella.

Nuestra manera de celebrar estos cambios, que nos afectan y que acogemos con agrado, es nuestro Pan de Tardíu. Suavemente dulce, como el otoño, con trigo y centeno, aromatizado por la calidez de la canela y con los "tropiezos" de las avellanas, fruto simbolizador de la luna. Este es nuestro pan dedicado al equinocio del otoño y su entretiempo.

Ingredientes: harina de trigo integral, harina de centeno integral, azúcar de caña con toda su melaza, canela en polvo y avellanas. Todo ello de origen ecológico, biológico u orgánico. Güen provechu.



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