Tiempo acrecentador.
Promesas cumplidas.
Cosechas evidentes.
La sequía resulta, por tanto,
un rasgo muy superficial y
hasta engañoso del verano,
porque los ríos de la vida
andan más caudalosos
que en ningún otro momento del año.
Las camadas y nidadas,
las descendencias de los anfibios
y reptiles cunden y se expanden
como si el calor fuera su tierra prometida.
El verano es de las infancias,
incluida la nuestra,
que siempre tiene sus mejores instantes
ligados a los meses cálidos
y felizmente improductivos.
"El Calendario de la Naturaleza"
Joaquín Araújo
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