Sabido es que, entre otros, existen numerosos decires que asignan al pan un valor vital. Por eso podemos oír aquello de "nacer con un pan bajo el brazo" o "pan de vida", etc. A algo a lo que no estamos tan acostumbrados es a relacionar al pan con la muerte. Posiblemente por la mala relación que nuestra civilización tiene con la muerte. Sabemos que en zonas de Cantabria, en siglos pasados, se llevaba pan a la tumba de los muertos, a modo de ofrenda. Dejamos aquí un par de textos destinados a mostrar esa relación del pan con la muerte en territorio cántabro en el siglo XVII.
“Que acompañen mi cuerpo el día de mi entierro cuatro clérigos y que digan por mi cada uno su misa y los paguen la limosna acostumbrada. Mando que den pan de mijo y escanda y vino a todos los pobres que vengan a el corral el día de mi entierro."
"Que ofrezcan por mí el día de mi entierro un carnero y dos cuartales de vino y doce panes y otro tanto el día de mis honras. Mando ofrezcan por mi dos misas todos los días de fiesta y domingo de ellos pan, vino y candela y compaño el día que se pudiere”.